Las hormonas sexuales suelen padecer el complejo de “ricitos de oro”, ya que no es fácil mantener niveles "justos" para prevenir enfermedades crónicas.
En función de cada hormona en particular, demasiada o poca cantidad puede conducir a resultados beneficiosos o perjudiciales.
Tomemos como ejemplo los estrógenos y andrógenos.
En altas concentraciones estimulan cáncer de mama y de endometrio en mujeres posmenopáusicas pero en dosis justas protegen contra la osteoporosis y las fracturas óseas.
Curiosamente se conoce poco sobre factores del estilo de vida como p.e. si fumar tabaco puede influir o no en los niveles hormonales.
Para investigarlo, Judith Brand, M. Sc., de la University Medical Center Utrecht en Holanda, en colaboración con sus colegas de Cambridge, Reino Unido, llevó a cabo un estudio transversal en mujeres sobre la EPIC (European Prospective Investigation into Cancer, por sus siglas en inglés, Investigación Prospectiva Europea sobre Cáncer).
El estudio Norfolk en el Reino Unido con 2.030 mujeres posmenopáusicas de 55 a 81 años de edad que al menos eran un año post-menopáusicas y que en ese momento no recibían terapia hormonal.
Se pidió a los participantes los detalles de sus hábitos de fumar y se analizaron diversas muestras de hormonas sexuales en sangre que incluyenron estradiol, testosterona, androstenediona, la hormona sexual globulina (SHBG) e 17-hidroxiprogesterona (17-OHP).
Las mujeres que fumaban a diario presentaron mayores niveles circulantes de andrógenos, estrógenos, SHBG y 17OHP.
Curiosamente, los ex fumadores tenían niveles de hormonas similares a los de los no fumadores.
Los autores concluyen en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism* que "la bajada casi inmediata de los niveles tras el abandono del tabaco puede ser indicadora de que los riesgos de enfermedades relacionadas con las hormonas podrían modificarse con cambios en el hábito del tabaco."
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